Opinión: "La ecología como pacto social"

09 Agosto 2015

La huella de carbono que estamos generando en la matriz energética es deplorable al sustentarnos con carbón, diesel e hidroeléctricas.

Andrés Gillmore... >
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Una parte importante de los problemas que nos aquejan en la actualidad a nivel nacional fuera de los políticos son de carácter ecológico. Con el pasar de las décadas nos hemos ido transformando en un país sucio y sin conciencia ecológica.

La huella de carbono que estamos generando en la matriz energética es deplorable al sustentarnos con carbón, diesel e hidroeléctricas. Indudablemente debemos tener la capacidad de invertir en energías renovables, aprovechando nuestras ventajas comparativas geográficas; pero el gobierno acaba de informar que los recursos están escasos y que ante la crisis actual de la minería del cobre con el cual financiamos el país ha hackeado las reformas y las ambientales lógicamente, poniendo una vez más grandes interrogantes de cómo enfrentaremos la limitación de los recursos ante la contaminación de las regiones y los procesos de producción y si verdaderamente lograremos la ansiada descentralización que sería un punto de inicio importante, transformando el problema ecológico y la sustentación regional en el gran reto de un futuro que se hizo presente y que debemos enfrentarlo queramos o no.

Es indudable que no son problemas fáciles de resolver y puedan solucionarse simplemente con normas y leyes; es un problema fundamentalmente de conciencia, educación y de estrategia de desarrollo, pero carecemos de un entendimiento sobre todo a nivel gubernamental de la problemática y cómo enfrentarla en forma práctica, a sabiendas que si no hacemos algo para remediar la situación, irremediablemente estamos hipotecando el presente-futuro.

La ley de glaciares que quiere implementar el gobierno es un ejemplo de esa falta de conciencia a la que hago referencia, al no entender que debemos cuidarlos y que deben ponerse trabas constitucionales para que las transnacionales no intervengan estas masas de hielo. Los glaciares son la gran reserva de agua dulce que tenemos y reguladores naturales del clima y somos privilegiados de poseerlos, si terminamos destruyendolos más temprano que tarde seremos un país con fecha de expiración.

Pero a pesar de todo los intereses de los conglomerados economicos siguen coartando el proceso de desarrollo a tal grado, que en la actualidad se hace imposible encontrar un glaciólogo con independencia de denunciar lo que esta sucediendo con la ley de glaciares. La mayoría trabaja o investiga financiado para las transnacionales. Es más, ante esta terrible realidad el mismo director Greenpeace Chile, Matías Asún, denunció la problemática en una carta enviada al Mercurio el jueves 6 de agosto recién pasado, de una realidad que se ha venido denunciando desde hace años y no solo con referencia a los glaciares. Sucede lo mismo con los ríos y con el mar.

El hombre nacio libre, pero queramos o no esta encadenado a su forma de hacer y producir, marcando a fuego su destino, aunque nos consideremos amos y señores de nuestro destino y que las grandes empresas tengan derechos a explotar sus concesiones, somos irremediablemente esclavos de cómo nos relacionamos con el planeta y obligados a obedecer normas si queremos prosperar y desarrollarnos con armonía para no morir en el intento

Es indudable que lo unico que nos podria sacarnos del actual atolladero, seria desarrollar un pacto social, creando un espacio natural de solidaridad social-ecológico para estrategias de desarrollo. En la actualidad el Estado se limita a ser un conjunto de derechos y deberes civiles, lo que es muy poco decir en un país miembro de la OCDE. Sustentar un pacto social permitiría proyectar las condiciones de vida y trabajo de la población de una manera más consecuente, considerando los derechos ciudadanos como el origen de toda democracia que se respete a sí mismo y estar dentro de un conjunto de derechos económicos, sociales y medioambientales en base al contrato social.

Constatar que las cosas no van bien debería servir de estímulo para cambiarlas y no como suele suceder en nuestro querido Chile, tomado muchas veces como excusa para caer en el fatalismo o en la pasividad de cómo nos relacionamos con el medioambiente. Resulta irritante ver como muchos parlamentarios con poder decisión y que se supone velan por estos temas, valoran la realidad solo para hacer exhibiciones de autocomplacencia triunfalista, o para caer en el victimismo de siempre, sin analizar la realidad con sentido crítico y de futuro, defendiendo intereses ajenos que no corresponden.

La dificultad para alcanzar acuerdos en temas de política social en general y particularmente en protección medioambiental, se debe a que constantemente la acción política esta obstaculizando las iniciativas, a instancias de los intereses de los grupos economicos y por increíble que pueda parecer, eso ha posibilitado que el Ministerio de Medio Ambiente que debería tener una importancia vital a la hora de implementar estrategias de desarrollo, es simplemente un susodicho de Hacienda y no un igual, con ninguna capacidad de proyectarse en forma coherente y estar por encima de los intereses inmediatos de los actores políticos, que de forma egoísta han venido velando por sus propios intereses, sin importarles la perspectiva del país, la destrucción del medioambiente y de las mismas comunidades que viven en las inmediaciones de los territorios intervenidos.

Durante décadas la política pública chilena ha venido privilegiando los logros macroeconómicos a costa de la pobreza, desigualdad social, destrucción del entorno y coartando la proyección de vida de las comunidades rurales; esta triste realidad ha significado que en la actualidad suframos una degradación de casi todo el territorio nacional y sin ninguna vía de solución en perspectiva, que nos permita ver el futuro con esperanza.

Ante este escenario se impone cada día más el convencimiento de la necesidad de ensanchar el espacio fiscal para obtener mayor cohesión social en la toma de decisiones, respetando el medio ambiente por medio de un pacto social, al entenderse que sin un medioambiente limpio es imposible buscar el desarrollo, proyectarlo y ser sustentable.

La propaganda ecologista ha servido para accionar la sensibilidad del ciudadano medio hacia los problemas ambientales con los cuales conviven a diario, en cuya solución de una u otra manera estamos todos implicados. Sin embargo los intereses políticos e ideológicos de los movimientos ecologistas han desvirtuado los intereses y muchas veces el método de trabajo ha transformado la ecología en una simple denuncia política; en eso esta gran parte del desafío que necesitamos emprender en este nueva etapa, para que definitivamente podamos rectificar el mundo empresarial y gubernamental y que los temas ecológicos no sean considerados como un alarmismo injustificado y fuera de propósito.

El pacto social serviria para definir los parámetros, resguardar el medio ambiente con armonía, sustentabilidad y autogestión y contar con la capacidad de proyectar el futuro sin destruirlo, entregandole al Estado, derechos y restricciones, proporcionandole a la sociedad seguridad, tranquilidad, organización, resolución de conflictos, protección de la propiedad privada, orden y criterios de decisión en políticas de desarrollo con sentido ecológico; que como ciencia que es debe ser considerada y respetada seriamente y ser incorporado en los procesos de resolución y consideración a la hora de implementar estrategias de desarrollo y de esa manera lograr la sustentabilidad de todos los procesos productivos.

La naturaleza bien administrada es un factor beneficioso para todos los países que tengan esta capacidad; pero si por el contrario usamos esta riqueza natural de manera intransigente y la des respetamos con procesos productivos destructivos, se transformará automáticamente en un contrario de gran envergadura que terminará por destruirnos.