Socoroma, la tierra donde Wiracocha petrificó a los zampoñeros [VIDEO]

16 Junio 2018

Socoroma es uno de esos lugares que no ha querido quedarse estacionado, uno de esos pueblos que un día se durmieron y al día siguiente amanecieron a varios kilómetros de distancia, porque el mundo se había dado vuelta y nadie les había avisado. 

Hermann Mondaca... >
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En el Norte Grande de Chile, a cerca de 125 kilómetros de la ciudad de Arica y a 30 kilómetros de Putre -3.060 metros sobre el nivel del mar-, se encuentra un pequeño caserío, Socoroma, un pueblo que un tiempo estuvo muy olvidado y que despierta día a día con los pusires o zampoñeros, rondando sus calles protegidas por Wiracocha. 

Desde todos los lugares que habitan, el hombre y la mujer han visto su historia ligada a cataclismos y desastres naturales. 

Hay lugares que como el hombre y la mujer, no nacieron para quedarse anclados, sino que nacieron para caminar. Socoroma es uno de esos lugares que no ha querido quedarse estacionado, uno de esos pueblos que un día se durmieron y al día siguiente amanecieron a varios kilómetros de distancia, porque el mundo se había dado vuelta y nadie les había avisado. 

Don Calixto Llusco, un antiguo habitante de Socoroma, en el año 1992, en la cima del cerro al norte de Socoroma, nos narró lo que le contaron alguna vez sus ancestros: 

Mi abuelita me contaba que antes, mucho antes, Socoroma estaba para allá, para el norte. Y hubo un gran cataclismo y terminó dando vuelta la tierra, y el pueblo quedó para el otro lado, pa'l sur”, nos relata con certeza, con la certeza de las creencias en los relatos de sus ancestros. 

La gente que vivía antiguamente en Socoroma ha rescatado sus secretos y sus leyendas, aquellas que aunque el mundo dé mil vueltas nunca podrán cambiar. Leyendas que nos muestran a un pueblo protegido por Wiracocha, el Caballero, el Señor, lo que en nuestras palabras significa el enviado de Dios. 

Doña Dominga Vásquez (Q.E.P.D.), nació y vivió toda su vida en Socoroma nos ilustró con esta bella naración oral que llega a nosotros en la espiral del tiempo [1], rescatando la tradición mantuvo la historia oral de su pueblo. Ella nos relató qué pasó acá aquella vez que los zampoñeros miraron hacia atrás. 

“Hacían fiestas, estaban enfiestados, dicen. Entonces dicen que llegó un Caballero todo sucio, mugrientito así… todo mocosito, dicen…” 

“Entonces los mayordomos que estaban haciendo fiesta, dice que dijo ¿Ay, pa' qué hombre, ese hombre cochino bótenlo, qué cosa quiere, qué quiere acá?, había dicho, el mayordomo, dicen.” 

“Entonces los que tocaban zampoña, los zampoñeros, todos, dicen; que han tenido lástima, para qué vamos a botarlo, vamos a dar comidita, vamos a hacer de comer, y que habían dado comida, abrigado, limpiado bien la carita, dicen.” 

La ayuda desinteresada de los zampoñeros a este hombre humilde trajo sus recompensas, pues sin pensar siquiera que él podría hacer algo por ellos, el hombre intentaría protegerlos. Advirtiéndoles sólo a ellos, que ocurriría una gran tragedia en el lugar. 

Doña Dominga Vásquez continúa su narración: 

“Entonces el hombre ese le habría dicho a los tocadores, a los que están tocando zampoña: 'Ustedes váyanse pa'l otro lado, sin mirar pa' cá, sin mirar pa' allá, váyanse pa'l lado de ese cerro'. Entonces se habían venido, dice, en ese mogote,[2] en ese mogote, se habían venido, dicen... y dicen que han mirado.” 

“Y sintieron un gran estruendo… ¿Qué es lo que estará pasando? Habían mirado pa'llá, dicen…El pueblo ése y quedaron ahí no más, -petrificados-, ahí no más, no caminaron más p’acá”. 

Dicen que las leyendas se repiten en distintas partes, en tiempos y espacios diferentes. Es así como esta leyenda incaica se asemeja a la historia bíblica de Lot y a otras que vienen de distintas y remotas partes del mundo. 

Diversas piedras volcánicas con figuras de bailarines y sayas. Muchos son los que han quedado petrificados por mirar hacia atrás, porque como dice el poeta “al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. 

Actualmente, la montaña que está al Este de Socoroma, se está hundiendo y los hombres de este pueblo han debido en 3 oportunidades cambiar el curso del canal de regadío. 

Doña Dominga Vásquez continúa con certeza su relato: 

Ahí está toda la historia –indica el mogote-. Ahí está todo, sus dibujos, todo está ahí… Con sus polleras de las bolivianas, así está, ahí no más habían quedado, dicen; entonces por eso se llaman pusires… a esa parte”. 

Quizás fueron reiteradas las oportunidades que en la sala de la sede social o en la casa de algunos de los lugareños, los niños escucharon a sus padres contar estas y otras historias de Socoroma. Escucharon decir que el mundo se había dado vueltas, o tantas otras leyendas que quizás sirven para explicar un hecho que nadie puede negar y es que en el cerro que da al norte de Socoroma, unos zampoñeros petrificados nos reciben confirmando mágicamente la realidad de esta leyenda. 

Pese a todo, los niños de Socoroma hoy juegan tranquilos, mientras sus padres llevan las ovejas y cultivan la tierra. Se miran tranquilos, porque saben que nada les puede pasar… pues Wiracocha no lo permitiría.

[1] A Doña Dominga Vásquez, le entrevistamos en el año 1992. Ella falleció en el mes de febrero de 2016, a la edad de 104 años. Su voz resuena en el eco del tiempo.